sábado, 18 de enero de 2014

El eco del silencio

Subí al monte encendido, miré el horizonte y grité con entusiasmo; paré atención, necesitaba oír el eco, pero sólo conseguí escuchar una bandada de mirlos que emprendían su huida ante un te quiero que les pilló desprevenidos.

Respiré hondo y encendí mi MP4; continué caminando para salir de ese bosque angosto y reposar en algún llano dónde entrara un rayito de sol que diera calor a mis palabras e iluminara mi cara mientras sonaba U2 a todo volumen.



  
El poeta argentino Juan Gelman nos dejó hace unos días, fue necesaria su marcha para leer los silencios de un premio Cervantes mientras esperaba que pasara el viento.

Así fue que cantaron los silencios.
Años y años trabajé para hacerte
antes de oír un solo sonido de tu alma.



Pasa el viento



De aquel amor que nunca fuera mío
y sin embargo se tomó mi vida,
me queda esta nostalgia repetida
sin fin, cuando sollozo y cuando río.


A veces desde el fondo del estío,
llega la misma música entre oída
en el tiempo gozoso, la encendida
música que cayera en el vacío.


Y quiere asirla el corazón. Beberla
como un vaso de vino. Retenerla
para creer de nuevo en la dulzura.


Pero se escapa y huye con el viento,
y me deja tan sólo este lamento,
donde esconde su rostro la amargura.




1 comentario:

  1. Qué sensibilidad al contar las emociones. Precioso. Me ha encantado

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