sábado, 14 de mayo de 2016

El orgullo...

Es una vara sujeta a la medula, una mentira vertida en la mesa, una sonrisa perdiendo dentina, un lo sabía de amenaza a una sorpresa.
Lapida miedos, lucha a solas, reta abrazos, duerme alerta y se esconde tras la puerta en el rincón del rencor enmascarado de amnesia.
Es una regla, no repite, no demora, no permite ni una duda, no consiente un lo siento en otra boca, ni el miedo cuando se está a oscuras.
Es un no importa escrito en una cuenta, un me gusta tomando nota, un discurso signado en otro idioma, una señal sin ninguna meta.
Es reflejo en el polo norte y niega las carcajadas, da portazos, rompe lazos y deja una suela marcada.
Es un tipo de adiós que no se esperaba, una mano que te empuja a la desesperada, no te acompaña te aleja y desmedido te incita a romper viejas promesas.
El orgullo….
Se perdió en un concierto de alguien que no te gustaba, en unas alas abiertas pero algo desquebrajadas, sacó sonrisas a kilómetros del alma y se esparció como brisa para repartir la calma. 
Entrelazó manos viejas, llenó bolsillos de verdades a veces atormentadas y repartió dignidad, eso sí, en dosis exactas.
Es él quién te acompañará a lo absurdo…yo aquí me bajo.

1 comentario:

  1. Un poco de orgullo siempre es positivo, el orgullo sano es bueno y necesario: te permite valorar tus logros, apreciar tus cualidades y virtudes, dándote ánimos; es positivo para hacernos respetar, para indicar al otro cuándo algo nos ha herido y necesitamos distanciarnos un poquito para recomponernos.
    Hay otro orgullo que es insano y te mata poco a poco y es el que nos niega la posibilidad de acercarnos y solucionar las cosas.
    Las más de las ocasiones perjudica más que beneficia. El amor siempre perdona, el orgullo mata.

    ResponderEliminar