domingo, 18 de junio de 2017

Otros tiempos...en D menor

Imitando a mi padre levanté aquel muro en el vestíbulo de la escalera, dos grandes cartones eran las paredes infranqueables de mi mundo. Ahora veo el lugar y me parece imposible disfrutar de aquella sensación de amplitud en un espacio tan pequeño, aunque lo más seguro es que fuera yo la pequeña en un mundo que se me hacía grande.

Me pregunto ¿qué hacía yo allí sola?, desde luego que eran otros tiempos: tiempos de jugar a las cuerdas, de saltar muy alto, de tirones en las patillas, de apilar pinzas de ropa para montar un circuito dónde aparcar un coche de plástico, tiempos de jugar al escondite, de ir caminando a la escuela detrás de tu hermana, de observarlo todo, de oir, ver y callar, de conformarse con lo que había, de heredar la ropa, de compartir la sopa, de repetir en la cena lo que no quisiste en la comida....tiempos porqué yo lo digo, tiempos si os peleáis lo tiro o si lloras te lo quito.

No recuerdo su cara, ni su voz, ni qué le hizo salir corriendo, sólo la angustia de mi madre y el alboroto que causaron dos vecinas que acudieron a mi llanto, ya en la puerta de mi casa. Sólo recuerdo eso y que mi hermano llegó corriendo porqué un hombre le había dicho que su hermana estaba llorando, y que mi madre interpretaba que me habían metido una aguja en la boca. Tardaron poco en entenderme. Rápidamente me dieron leche; me hicieron beber leche mientras chapurreaba intentando explicar lo que me había sucedido, sin dejar de llorar.

No me gusta la leche. Cuando pude decidir, nunca más volví a beberla. En la escuela me obligaban a tomarla en todas las comidas, leche Letona, en botella de vidrio; la odiaba y la odio.

Supuestamente no tuve secuela alguna, eso sí, aún sigo preguntándome ¿qué hacía yo allí sola?; desde luego que eran otros tiempos.








1 comentario:

  1. Los tiempos han cambiado, pero seguimos estando solas. Hay veces que es mejor no recordar.

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